viernes, 19 de septiembre de 2008

lunes, 15 de septiembre de 2008

VIGÉSIMA (Y ÚLTIMA) ETAPA: ITALIA-BARCELONA (1.000 kms)


14 de agosto de 2.008

Despertamos a una hora "normal" y bajamos a desayunar. Me pido este último día para ir a comprar música y recorremos la via Buenos Aires en busca de un Meegastore que recordaba de años atrás: De paso vemos ya las tendencias que se llevarán este otoño y es que en Italia, en lo que a moda se refiere van un paso adelante de nosotros. Encuentro todo lo que estaba buscando y salimos ya tranquilamente rumbo a casa. El objetivo es hacerlo todo de un tirón, a ver si podemos. Enciendo el Tom Tom Rider y ¡en marcha!.

Una tormenta se cierne sobre nosotros pero no acaba de caer. Rodamos muy fresquitos dirección Génova y sin más novedad que ir admirando los campos y las grandes fincas que nos vamos encontrando por el camino. Ya un poco más adelante enganchamos con la espectacular y peligrosísima carretera de los mil túneles, que va bordeando la costa Mediterránea, la Costa Azul, y donde el viento nos zarandea a medida que entramos y salimos de un túnel y otro, y otro, y otro... Por suerte está muy bien asfaltada y la velocidad es alta.

La cosa se pone peliaguda pues los carriles son bastante estrechos y todo el mundo va a millón por ahí, además en algunos tramos el suelo está mojado, pero bueno, concentración y no bajar la guardia. La luz del sol no te deja ver nada y en la oscuridad del túnel la retina no acaba de ajustarse que ya estás de nuevo saliendo de nuevo para volver a entrar en otro. Desde lo alto de la carretera vamos viendo los preciosos pueblecitos que quedan pegados al mar (con unas casonaaaaas y unas mansioneeees) y así, llegamos a San Remo donde recuerdo con simpatía el famoso festival de música ligera donde muchos de los músicos italianos de renombre empezaron su carrera. Paramos a repostar gasolina y fuerzas y compro una cajita de chicles de Red Bull. ¡Lo núnca visto!. Con esto me planto en Barcelona en un santiamén.
Ferraris, Lamborghinis y Maseratis de todos los colores y de todos los modelos. Puertos deportivos, veleros y yates que quitan el hipo. ¿De qué trabajará esta gente?. Nos estamos acercando...

Pasamos una serie de barreras tipo "puerto de montaña" que además de hacerme gracia, puesto que si estuvieran bajadas no pararían ni a un carro tirado por un burro, nos indican que entramos en Mónaco. EEEEyyyy ¡Peaje! A pagarle los cubatas a la familia real, ¡cómo no!. La Dolce Vita, el Dolce Fare Niente, ayyy si me tocara la lotería...

Niza, se acabó la diversión. Carretera en peor estado y límite de velocidad a 110. Ya entramos en "la France" y ahora sí que ya se acabó la contemplación paisajística. Ahora es "al duro y sin guante". Respetando el límite es un sin tregua y sólo paramos a repostar, pero estos franchutes, siempre diferentes a todos, tienen una serie de gasolineras sólo para ellos, que funcionan sólo con una tarjeta que nada más que tienen ellos y cagándome en todo nos tuvimos que desviar en busca de la gasolinera más cercana pues ya hacía rato que había entrado en la reserva y esta vez sí creía que me quedaba tirado. Por suerte, mi preciosa Scrambler siguió como si nada y ni siquiera amagó a toser hasta encontrar un nuevo surtidor.

Llamé a casa que ya estábamos en Marsella y de golpe nos plantamos en los Pirineos. Negra noche. Frío moderado. Por suerte sin viento. Paramos a tomar un café con leche puesto que hace fresco para ir sólo con la camiseta debajo de la chaqueta. Las fuerzas están ya al límite. Cruzamos. Girona, Último esfuerzo y sonora pitada al entrar en la ciudad condal. Un subidón de adrenalina me recorre toda la espina dorsal y me veo con ganas de volver a empezar otra vez. Encima hemos llegado un dia antes de lo previsto. Las motos chapeau. Ni siquiera han tosido, ni un pinchazo, ni una bombilla fundida, y lo que es más importante, ¡ni una sola caída!: Nada de nada de nada. Los mecánicos alucinarán cuando se las llevemos para la revisión.


¡LO HEMOS CONSEGUIDO! ¡QUE BESTIAS!



Ahora a digerir poco a poco lo vivido y cuando el tiempo pase empezar a planear... ¡LA NUEVA AVENTURA 2.009!

martes, 9 de septiembre de 2008

DECIMONOVENA ETAPA: SERBIA-ITALIA (1.034 KMS)


13 de agosto de 2.008

Nos levantamos antes de despuntar el alba y soltamos lastre dejando atrás las ruedas de recambio que ya no creíamos que íbamos a necesitar, el bidón de gasolina extra y algún que otro tareco innecesario. Salimos a todo gas dejando Belgrado a nuestra derecha y a buen ritmo aunque siempre pendientes del asfalto llegamos a la frontera con Croacia. Una vez más los serios aduaneros serbios nos despiden a gritos para reencontrarnos con la alegría y el buen humor de los croatas. Las abejas omnipresentes como si nos siguieran allá donde vamos. Se nota que es otro país. Carretera en perfecto estado. Asfalto excelente, nuevo, nuevecito, recién estrenado, cero baches y cero socavones y laaaaaargas rectas rodeadas de frondosos bosques verdes, saltos de agua por aquí y azules lagos por allá. Límite legal 130 kms/h. Lo sobrepasamos un poquito, hasta que las maletonas empiezan a "mariposear" de un lado a otro. La verdad es que el comportamiento de nuestras bellas Triumph Scrambler ha sido sensacional. ¿Quién puede pedir más?

Sin querer llegamos a Zagreb y seguimos rumbo norte. Slovenia, más de lo mismo, buenas vibraciones. Adiós Ljubliana. Volamos hacia la frontera y enciendo mi Tom Tom Rider pero no tengo el mapa de Europa Oriental así que de momenta somos un punto en un fondo blanco. Pagamos los últimos visados y peajes y cuando tengo la frontera italiana delante de mí oigo una sirena detrás. ¿Exceso de velocidad a estas alturas? "Ah no, ahora no me para nadie". De un salto planto la Scrambler en la autostrada y doy un suspiro por sentirme de nuevo en casa. Italia es un país que siempre me ha gustado y en Milán nos espera una suculenta cena en el Ottimofiore, probablemente el mejor restaurante siciliano del mundo.

Automáticamente aparece en la pantalla del Tom Tom todo el sistema de carreteras y la navegación ahora será mucho más sencilla. La entrada es espectacular: pasamos por entre hermosas montañas destino Trieste y de allí a Venecia, Verona y Milano. La autostrada es sensacional. Rectas infinitas y todo el mundo corriendo que da gusto. Los descapotables de miedo: ya empieza el swing. El clima genial. La brisa pasa por entre el perforado de la chaqueta Dainese que tan buen resultado nos ha dado, que en estos momentos está llena de insectos aplastados pero todavía digna. Un cepillado y lista.

LLegamos de tarde-noche a Milán con el culo cuadrado y encontramos un hotel bien cerquita de la via Buenos Aires. Las calles están completamente vacías y me extraña cantidad. Todo tiene un cierto aire de irrealidad. No la recordaba tan vacía. ¿Será que todos se han ido de vacaciones? Nos registramos, subimos maletas, ducha ¡y a cenar!

Dejamos las motos en el parking para darnos ambos un pequeño descanso, nosotros a ellas y ellas a nosotros. El taxi que nos lleva al Ottimofiore es un Toyota Prius Híbrido. Es el primero al que me subo y el coche empieza a rodar calle abajo sin ruido alguno. Cuando empiezo a preguntarme porqué el tipo va bajando en punto muerto Figui me hace notar que el coche es eléctrico. ¡Osti tú! ¡Que burro soy! ¡Va de coña! Hasta los 60 o 70 kms/h va con el motor eléctrico y a mayor velocidad pasa a motor de gasolina normal. Flipante. LLegamos al restaurante y estaba cerrado. "Me cagüen ..." Tantos kilómetros salivando como un alien pensando en los pappardelle a l'arrabiata para este desengaño.

Venía comentando con el taxista, que es del Inter de Milán, que este año iban a ganar el scudetto puesto que como el Milan ha fichado a Ronaldinho y como que está gordo como una vaca no iban a rascar ni una. El tipo me decía que ojalá tenga razón. Parece que aún así como está le temen bastante. Nos lleva a un restaurante propiedad de Gatusso, el milanista y temperamental jugador de la esquadra azzurra, que resulta que es amigo suyo. Llama por teléfono desde el taxi y nos hace la reserva. Todo muy chic y con una carta buenísima. Cualquier plato apetece y me tiro de cabeza a una ensalada de quesos y unos posillipo con salsa que están para chuparse los dedos. Cubata de rigor. Por supuesto. Cena de fin de fiesta. Detalle: mira si son pijos estos italianos que en la mesa de al lado fumaban puros sin quitarles la vitola y al salir, también esperaban un taxi de regreso igual que nosotros y lo que vino fue una Renault Express que rechazaron "amablemente" en deferencia hacia nosotros mientras se quedaban esperando como mínimo un Mercedes, ja, ja, ja. Me reí cantidad con el "detalle".

domingo, 7 de septiembre de 2008

DECIMOCTAVA ETAPA: TURQUÍA-SERBIA (974 kms)


12 de agosto de 2.008

Despertamos a una hora decente y sin prisa subimos a desayunar a la maravillosa terraza del hotel Arcadia para dar una última despedida a las increíbles vistas de Santa Sofía y rápidamente nos ponemos al tajo, con renovadas energías y sabiéndonos ya cerca de la meta, de haber pasado lo más difícil y de en un breve espacio de tiempo volver a estar en casa. Yo, la verdad ya tengo ganas. Lo visto y vivido por oriente has sido de lo más grande que he hecho jamás y lo sé al alcance de muy pocos. A nadie en su sano juicio se le ocurriría una aventura de esta envergadura y que a estas alturas la hayamos resuelto tan bien y con tanta fuerza de espíritu. Bajamos el equipaje y emprendemos el viaje rumbo a Edirne, para seguidamente cruzar a Bulgaria. Todo sucede de la manera más natural y sin ningún contratiempo. La aduana la cruzamos en un plazo razonable y sin demasiados trámites. Una nube de abejas nos recibe y ya se convertirán en algo habitual. Lo importante es no perder los nervios y dejar que hagan lo suyo. Si no las molestas y no pones la mano donde no debes no te picarán. Me lo digo y me lo repito tratando de conservar la sangre fría pero no estoy muy convencido. Finalmente nada sucede a pesar de tener más de 5 de ellas encima de mí.

Ya en el lado búlgaro nos reciben bellísimas agentes de aduanas que con grandes sonrisas nos dan una cálida bienvenida. Sus enormes ojos azules aún dan vueltas al ver la cantidad de cuños que llevamos en nuestros pasaportes. Deben pensar que estamos locos o algo por el estilo.
Bulgaria me parece un país por descubrir. Aún está muy virgen y seguro que depara muchas sorpresas para el viajero que se atreva a llegar hasta allí, además la gente con la que nos hemos cruzado se ha mostrado muy noble y amabilísima, contentos siempre por una cosa u otra. Todo es motivo de risa, chisme y comentario. Lástima no poder detenernos y que ahora todo lo que nos queda sea de paso. En pocos días empiezo a trabajar y tengo que llegar lo antes posible. Campo, muchísimo campo e insectos, nubes de ellos chocan contra nuestros cascos y cada vez que paramos a repostar es obligatorio limpiar bien la visera puesto que no vemos nada de la gran cantidad que quedan aplastados contra ella. Dejamos Sofía a nuestra derecha y seguimos hacia la aduana con Serbia. Paramos en un restaurante de carretera y nos zampamos unos tremendos platos de ensalada y pollo a la plancha que estaban deliciosos. Y no era que lleváramos hambre atrasada sino que se notaba que eran productos de la huerta y sabían a gloria. Un diez.

Me impacta mucho la aduana: paisaje nuevamente alpino con abetos por todas partes pero un cierto aire lóbrego que me hace desconfiar. Para mí los serbios fueron los malos de la guerra de Yugoslavia y quizás por eso esté un poco predispuesto en su contra pero bueno, este no es el sitio ni el momento de comentar eso. Un pastor alemán ladra a todos los que cruzamos enseñando los dientes, me dan ganas de bajar y darle una patada en la boca. Los uniformes, las malas caras y las malas formas de los agentes aduaneros no ayudan para nada. Me piden el pasaporte a gritos y me lo arrancan de las manos. Lo revisan de arriba a abajo, miran la foto, me miran a mí y de un fuerte golpe le estampan el sello de entrada. A mí me tocó una bruja con una cara de amargada que no podía con ella y le dije con sorna (con acento alemán): "Bienvenidos a Serrrrbia" y ella me contesta en español: "Nos volveremos a verrrr". Me quedé helado. Me puse el pasaporte en la boca y salí sin siquiera ponerme los guantes. Más adelante paré a esperar a Jose y comentamos los dos lo mismo, las malas formas y las malas caras: Comparando con la alegría Búlgara esto nos pareció lo más cercano a la Alemania nazi que pudiera imaginar. Tiramos millas con ganas de llegar lo más lejos posible. Las carreteras no están en muy buen estado y hay que estar muy atento a los boquetes que vienen a recibirte: nos llevamos más de uno. Es inevitable. Más campo y más campo, y más insectos y más insectos, y para animar un poco el viaje tuve un incidente en una gasolinera:
Paramos a repostar y el gasolinero me dijo (siempre con mala cara) que fuera a pagar dentro mientras él cerraba el tapón. Entré y había un gordo enorme sentado en la caja fumando como un carretero (¿en una gasolinera?) junto con dos tipos más (también con malas caras). Pagué y salí de allí pues no se podía ni respirar de la cantidad de humo que había. Ya tenía ganas de dejar a estos tipos atrás. Se nota que han perdido una guerra. Hay señales de ello a poco que busques. Se les nota que son unos amargados. Subo, arranco y de nuevo carretera. al cabo de unos cuantos kilómetros en una curva siento un golpe en mi rodilla y miro para ver qué me ha golpeado y veo que ha saltado el tapón de la gasolina y que voy perdiéndola a chorros. ¡El cabrón de la gasolinera no cerró bien el tapón!. Paro y bajo corriendo a buscarlo pero esto es campo y campo y más campo y las hierbas están altas y será prácticamente imposible encontrarlo. Recorro a pié un buen tramos arriba y abajo de un lado y del otro de la carretera una y otra vez, pero sin noticias del tapón. Jóse que iba delante al ver que no lo seguía se asusta temiendo que me haya pasado algo y regresa. me ayuda en la búsqueda pero nada. No hay tapón. Me dice que tape como pueda el agujero y que en una gasolinera a ver si encontramos un tapón de emergencia (yo ni sabía que existían). Pongo una bolsa de plástico y a pesar de ello voy perdiendo gasolina. Por suerte, en la siguiente estación de servicio que paramos tenían tapones de estos, que parece son universales y aunque no ajusta al 100% cumple su función.

Hemos perdido tiempo y nos cae la noche a 200 kilómetros de Belgrado. Con buen tino en lugar de hacer la machada de llegar paramos en un hotel de carretera muy al estilo Norman Bates para descansar y mañana será otro día. Subimos lel equipaje a la espartana habitación y bajamos de nuevo a tomar una buena cerveza. Pedimos la mejor y sí que está buena sí, y lo mejor es que en casi todos los países que hemos visitado son de 500 cl. No les damos tiempo a que se calienten.

jueves, 4 de septiembre de 2008

DECIMOSÉPTIMA ETAPA: TURQUÍA-TURQUÍA


11 de agosto de 2.008

Etapa de descanso en Estambul. El hotel Arcadia nos ofrece desde su restaurante en la azotea una privilegiada vista a Santa Sofía de Constantinopla, construida hace 1.500 años (vaya tela) aunque ha ido sufriendo diferentes remodelaciones claro está. Las motos han dormido en la calle (pero delante de una comisaría) y en recepción han hecho turnos de guradia más el chico de la mañana se queda flipando cuando le explicamos de dónde venimos y a dónde vamos. Aprovechamos para ir de compras al zoco y relajarnos después de tantos y tantos kilómetros. Ya quedan pocos días y hay que tomar una decisión importante: o volver por Grecia e Italia o ir en línea recta por Bulgaria, Serbia, Croacia, Eslovenia e Italia. Acordamos esta última opción pues a pesar de haber más pasos fronterizos la carretera parece a priori más recta y más rápida. Las carreteras griegas nos dicen que son súper enrevesadas y después el ferry a Italia nos podría hacer perder un dia entero. Una vez ya puestos de acuerdo en esto salimos por fin a encarar la calle, a tomarle el pulso a esta magnífica ciudad y a dejarnos perder entre el laberinto de su zoco.

La primera impresión es buena, todo está muy limpio y muy "a la europea". Hay un tranvía de lo más moderno, rápido ¡y silencioso! (como no estés atento te pasa por arriba).
Si bien podríamos decir que Damasco es afrancesado, Estambul me da la sensación de un "toque" británico. Antes de llegar al zoco vemos muchas boutiques de cuadros, souvenirs y restaurantes para los extranjeros,a sí como un impresionante cementerio musulmán. Hay también un curioso fumadero de pipas de narguillé.

El zoco está muy recogido y ordenado, quizás demasiado, tal que pudiera parecer un centro comercial de cualquier parte del mundo. Todo por oficios y muy de cara al turista. Me sorprende la gran cantidad de españoles que este verano han decidido visitar Turquía, todos a la vez, de golpe, unos arriba de otros, más que japoneses (que ya es decir). Los vendedores te asaltan a la "original" pregunta de si eres del Barça o el Madrid para así ofrecerte inmediatamente sus mercancías. Hay de todo: lámparas de techo preciosas hechas de cristales de colores y plomo, cachivaches de metal, cajitas de madera, ropa de marca (toda falsificada pero da el pego), cojines y ropa de cama, abalorios, pipas de narguillé, antigüedades...

Estuvimos dando bastantes vueltas y comparando piezas que ya habíamos visto con anterioridad en otros mercados y nos surtimos de cosas para la casa que estaban muy bien de precio. Entré en una tienda de cachivaches de segunda mano y saludé con el habitual "Salaam aleikum", me atendieron de maravilla y tras la compra de una lámpara de Aladino de tamaño y peso considerable (amor a primera vista, estaba colgada de la pared y me dije ¡esta es la mia!) me despedí con un "shukran". El dueño de la tienda me preguntó si hablaba árabe y le contesté entre risas que lamentablemente no, pero que para el año que viene me pondría a estudiarlo. Me dijo que él tenía un secreto muy bien guardado y que por 200 euros podía venderme unas tabletas que una vez ingeridas aprendías el idioma al momento. Ja, ja, ja. Nos reímos cantidad. Este sí era el verdadero genio de la lámpara.

La verdad que lo mejor de este viaje por oriente medio ha sido su gente (excepto los póngidos de las aduanas de Egipto). Todos han sido muy amables, simpáticos, siempre dispuestos a ayudarte o a echarte un cable, sin querer nada a cambio, sólo el que te sientas bien para ellos ya es un premio. Son buenos anfitriones, educados y discretos. ¿Dónde perdimos todo eso? Me da mucha rabia el mal que hacen los medios de comunicación y los políticos que nos han tocado hablando de estos países como si fueran el infierno sobre la tierra. Nada más lejos de la realidad. Podemos asegurar que todo es mentira y que tras ese muro de incultura (la nuestra) hay todo un mundo por descubrir.

lunes, 1 de septiembre de 2008

DECIMOSEXTA ETAPA: TURQUIA - TURQUIA (1.062 kms)


10 de agosto de 2.008

Salimos de Iskenderun bien temprano y el objetivo inicial es llegar a Ankara, segunda capital del país. Si cuando llegamos a Ankara tenemos ganas seguiremos adelante. Los días perdidos en la aduana egipcia nos obligan a recuperar tiempo perdido. El 15 tengo que estar de vuelta.

Enganchamos una autopista y venga, métele. La verdad es que las motos se están portando muy pero que muy bien pero no quiero ni pensar en ello para no ser gafe. Vamos dejando atrás kilómetros de verde por todas partes. De tanto en cuanto unas gotas de agua hacen que pensemos "ay, ay, ay...", pero el tiempo aguanta y no llueve fuerte. Subimos montaña arriba por entre unas moles de piedra enormes. ¡Espectacular! Como se caigan nos micronizan. Es un espectáculo para la vista y los sentidos. El olor de los pinos lo impregna todo. Las cuatro gotas de lluvia también hacen que se huela a tierra y a bosque humedecido. Una delícia. Más tramos en obras, más camiones, parece que están haciendo un gran túnel por entre estas bellísimas montañas. Paisaje de alta montaña. Si te dicen que estás en los Alpes te lo crees. No me canso de admirarlo.

Estamos cruzando el país justo por el medio y nos encontramos con un lago enorme a mano izquierda: el Tuz Golu, lago salado que con la evaporación del agua del verano está casi desecado, veo gente paseando por la orilla, el agua no cubre más allá que la planta de los pies y pienso que debe tener algún tipo de poder curativo. Supongo que son las sales. Una enorme estepa queda a nuestra derecha. Kilómetros y kilómetros de este paisaje. Una maravilla. Tal parece que el hombre no ha pisado esta tierra en largo tiempo. Es tierra de aspecto jurásico. Quién sabe si buscaran si encontrarían petróleo, pero aquí están todos estos kilómetros cuadrados sin que nadie los aproveche: ellos sabrán. Hay señales de "peligro, nieve" con lo que en invierno debe correr un aire que debe hiela las venas. Seguro.

Pasamos bien Ankara y nos dirigimos de cabeza a Estambul. Nos coge de nuevo la noche. Llevo 3 Red-Bulls desde el desayuno y en verdad que no noto nada de cansancio. A medida que nos acercamos a Estambul, como es lógico el tráfico se vuelve más intenso: Atención: caen cuatro gotas.

Otra vez medianoche. Mediante el sistema de seguir un taxi previamente contratado vamos en busca de un hotel céntrico. Estambul es una ciudad enorme y de noche es preciosa, nos dimos un pequeño paseo cruzando varios de sus puentes pasamos por el estadio del Besiktas. Es pequeñooooooo, parece del Lego. Dejamos atrás el Bósforo y cruzamos en dirección al Mar de Mármara por el puente de Galata. Como el que no quiere la cosa hemos cruzado de Asia a Europa. Ya estamos en casa (o casi). Por fin llegamos al Hotel Arcadia (familiar y tranquilo), a un tiro de piedra de Sta. Sofía. ¡Perfecto!. Ducha y a la cama. Ahora sí que estamos rendidos. Mil kilómetros en moto son, cuanto menos, durillos.