jueves, 16 de marzo de 2017

jueves, 10 de noviembre de 2016

domingo, 20 de diciembre de 2015

sábado, 5 de diciembre de 2015

lunes, 5 de octubre de 2015

Outlaws


Scramblers In The Rockies!

Iceland 2015

Viernes 7 de agosto de 2.015
Partimos de Barcelona rumbo a Islandia en esta nueva gran Aventura a lomos de nuestras bien amadas Triumph Scrambler que tantos buenos momentos nos han proporcionado.
Solo cruzar los Pirineos, Francia nos da la bienvenida y Jose pincha la rueda delantera haciéndola ingobernable obligándonos a parar en el primer pueblo para reparar el pinchazo. Nos extraña ya que salimos con llantas reforzadas pero la vida es así de dura. Muy amablemente una pareja de policía mixta franco-española que patrullaba por la zona nos acompañan al taller más cercano para la reparación (nos reservamos los kits de pinchazo para más adelante por si acaso). Tenemos que esperar a que el mecánico venga de almorzar y perdemos en el trajín más de 2 horas.


Continuamos la marcha y el calor es asfixiante, debemos llevar los cascos modulares abiertos ya que de Perpignan a Montpellier el atasco es monumental y no hay quien avance, además de que los franceses en general no son demasiado amables que digamos en moverse unos centímetros para dejarte pasar (a diferencia de los alemanes como comprobaríamos más adelante). Superado este primer Vía Crucis nos espera un segundo mucho peor: el cielo se cierra y cae sobre nosotros la tormenta del siglo cerca de Avignon que obliga a parar y equiparnos con los trajes de agua proporcionados por ItaloVespa/Italomotor (un millón de gracias Christian). Es mediodía y a mí me parece noche cerrada. El agua cae a millón y se desborda el río Ródano (Le Rhône) sobre la autopista. Increíble!!! En ese tramo la moto va sumergida y el agua me entra por arriba de la caña de la bota, eso son aproximadamente, contando la altura de la moto, ente 50 y 60 cm de agua. El peligro llama a las puertas y nos obliga a ir en máxima tensión durante varias horas. Por fin, bordeando Lyon, paramos en el recién estrenado Hotel Parkest dónde nos podemos dar una buena ducha y poner a secar toda la ropa. El hotel es EXCELENTE, un 10 sobre 10. Las habitaciones amplias, cómodas, limpias y modernas (claro), el servicio súper amable y el restaurant lo mejor de lo mejor. Buena comida, buen vino y buenos gin-tonics. Han sido 638 kilómetros en los que ha habido de todo. Francia siempre se me atraviesa como una espina de pescado.



Sábado 8 de agosto.
Salimos hacia Alemania. Tengo muchísimas ganas de dejar atrás este paisaje monótono, lavabos sucios, cafeterías llenas de moscas y gasolineras que para llenar el depósito te bloquean durante 10-15 días 200 euros de tu tarjeta VISA para al final acabar cobrando sólo 15. Esto es un súper inconveniente cuando se viaja así y por tantos días. Sólo lo hacen ellos, los franceses, joder, ni en Alemania ni en Dinamarca ni en ningún otro lado. Sólo ellos.
Tras 750 kilómetros llegamos a Frankfurt sin novedad. Las autopistas gratuitas, los baños limpios y se acabaron las moscas. Cuando quieres llenar el depósito te dicen que lo hagas y cuando acabes que entres a pagar. Punto, así de fácil. Nos adelantan coches, buenos coches, a toda velocidad y BMW GS a montón que por instantes nos hacen envidiar su potencia, comodidad y aerodinamismo. Por capullez nuestra y por querer preservar la estética por delante de todo no pusimos la cúpula-carenado y los maletones hacen lo suyo con lo que mantener 120 kilómetros por hora parando el aire con el pecho "manda güevos”. El casco modular que tan bien nos hizo con el calor extremo del atasco francés ahora nos resulta insoportable por el ruido que entra al correr por autopista. A cada rato vemos motos con sidecar. Estarán otra vez de moda?

Domingo 9 de agosto.
El objetivo es llegar al puerto de embarque del tirón, 1.012 kilómetros hasta Hirtshals (Dinamarca). En este tercer día de ruta nos sentimos mucho más cómodos en nuestras motos y ellas responden a la perfección. Notamos que “tiran” más de la cuenta (será la gasolina?) y nosotros felices y contentos. El clima acompaña y los kilómetros quedan atrás sin dificultad. Algún que otro atasco por obras en carretera pero nada más. Todos, absolutamente todos los automovilistas nos hacen un hueco para dejarnos pasar. Chapeau!. Para cruzar Hamburgo debes cruzar el río Helba por debajo, en un gran túnel que nos acerca cada vez más a Dinamarca y en eso que entre vacas y campos llegamos casi sin darnos cuenta a la población marinera de Hirtshals con la visera negra por los insectos. Objetivo cumplido.



Jose aprovecha la amplitud de la habitación para tender toda su ropa, todavía empapada de la France. Por suerte puse la mía dentro de una bolsa estanca con cierre zip y que hace el vacío, con lo que se disminuye su volumen considerablemente.


Llegamos con un día de antelación a la salida del barco, por si surgía algún inconveniente tener un margen de seguridad para no perder los pasajes. El pueblo es pequeño y tranquilo, con ese aire de estar esperando que algo ocurra y nunca pasa nada. El hotel queda un poco alejado así que vamos caminando al pueblo para estirar las piernas y descansar las reales posaderas después de tantos kilómetros en un solo día. Vamos a tratar de cenar algo, ya que es tarde y por esos pequeños milagros que ocurren a diario cuando viajas en moto nos topamos con el Restaurant Lillehenden donde di buena cuenta de una super hamburguesa de la casa que tras dos días de comida de autopista me supo a gloria. La carne, que pedí poco hecha, estaba excelente.





Lunes 10 de agosto
Salimos a dar otra vuelta por el pueblo. No hay mucho más alrededor, sólo una tienda (cerrada) con motos antiguas en su interior, de los años 50-70. Cervecitas en la tasca Kro y mariscada otra vez en el Lillehenden. Empiezan a llegar motoristas, sobre todo alemanes, holandeses e italianos, y un polaco. BMW casi todos, una Kawa y poco más. Por la noche pizza e chianti en el Det Italienske Spisehus, hecha en horno de leña, buenísima.


Martes 11 de agosto
Nos levantamos bien temprano, hace fresquito y me siento como un niño el día de reyes. Somos de los primeros en llegar a la explanada donde se organiza el embarque.
Empieza a llegar un desfile  increíble de 4x4 perfectamente preparados para la aventura, Land Rover Defender, Toyota, Mercedes, camionetas militares alemanas de la 2a guerra mundial, todos con un look realmente poderoso. Nos vemos pequeños a su lado pero todo el mundo saca fotos a nuestras dos motocicletas, obviando las BMW de serie que siempre encuentras en todas partes.




La operación de embarque ha sido mas o menos larga pero todo correcto y bien. Una vez dentro del ferry te tiran unas cinchas para que tu mismo amarres la moto lo mejor que sepas. Ya estamos listos y rápidamente vamos a ocupar nuestros camastros en una habitación para 6 que afortunadamente será para 4. estamos por debajo del nivel del mar, debajo incluso del garaje de carga. Guardamos las maletas en unas taquillas hechas ex-profeso para eso y que valen 2 coronas danesas cada vez que abres la puerta. Damos una vuelta de reconocimiento al barco y rápidamente terminamos, no hay mucho que ver, una tienda, un mini-cine, dos bares, un restaurant, abajo una piscina pequeña y un gimnasio, en lo alto un mini-fútbol 7 todo enrejado -obvio- y 3 jacuzzis. Dos días aquí  encerrados será un agobio pero es un mini precio que hay que pagar para la maxi aventura que vamos a disfrutar.



Miércoles 12 de agosto
Las horas pasan muy, pero que muy lentamente. A medida que nos adentramos en el mar del Norte la temperatura va bajando considerablemente y pese a que el favanza a una velocidad constante de unos 50 o 60 kilómetros por hora el viento en cubierta es huracanado. Hay que cogerse bien a las barandas para no salir volando.


Tras un día anodino de navegación y cervezas llegamos Tórshavn, escala en las Islas Feroe que se asemejan a la espina dorsal de un dragón vikingo dormido sobre el mar. Fuera de la capital, el resto son montón de islotes que sobresalen abruptamente de la superficie salpicados de pequeños villorrios de no más de 15 o 20 casitas los mas grandes. El resto acantilados de roca viva recubiertos de musgo.

Seguimos viaje y ya no sabemos ni qué hacer ni a dónde ir. Otra ronda doble de white russians por favor.






Jueves 13 de agosto
La larga travesía continúa, al leer estas líneas no os podréis imaginar cuan tediosa es. A media tarde echo de menos mi chaqueta de moto y dándola por extraviada compro en la tienda del barco, con todo el dolor de mi alma por el sablazo, una hoodie de lana que resultó ser providencial, la más gruesa que tenían, de la marca islandesa 66º North.



Y por fin vislumbramos en el horizonte la impresionante silueta de Islandia. Nos acercamos más y me recuerda Isla Nubla de Parque Jurásico. Altas cumbres nevadas cubiertas de nubes, acantilados de vértigo con cascadas cayendo al mar, decenas de aves revoloteando sobre ellos. En cualquier momento aparece un pterodáctilo. 
Llegamos a Seydisfjördur Islandia y desembarcamos con el ansia de quien sale de prisión. Llenamos depósitos y dos jerrycans extras que llevamos cada uno y a todo gas dirección noroeste para luego atravesar la isla justo por el centro de norte a sur. El paisaje es espectacular: una carretera bien asfaltada de un carril por banda y el resto desierto de lava. Nada más. Estamos en nuestra salsa.

Un fortísimo viento lateral trata de ponernos a prueba y tumbamos las motos para ir en linea recta. Así llegamos a la bifurcación que nos llevará a través de una pista primero de grava mezclada con lava pulverizada, como el fes-fes de los desiertos africanos pero de color negro, para luego convertirse en piedras de diferentes tamaños para atravesar el parque nacional de Vatnajökull. A medida que nos internamos el camino se va poniendo peor y yo no las tengo todas conmigo. El viento no deja de soplar y el sobrepeso de las maletas cargadas a tope más los jerrycans llenos de gasolina hacen que sea muy pesado manejar las motos con garantías. Los amortiguadores hacen tope y comento con Jose que querer atravesar la isla por el centro es, en nuestras circunstancias, sin asistencia alguna, un peligro y una temeridad ya que disponemos tan sólo de 7 días antes de coger el barco de vuelta y cualquier imprevisto en dicha pista en medio de la nada significaría decir adiós a la aventura y quién sabe a que renuncias más. Lo mejor es dar media vuelta y seguir la carretera de circunvalación para disfrutar de las maravillas que nos tiene preparada esta tierra de viento y fuego. Discusión y caras de vinagre pero sigo pensando que es lo mejor que pudimos hacer.





A los pocos kilómetros vislumbramos un gran arco iris que indica, por el estruendo de fondo, que estamos muy cerca de una impresionante catarata. paramos las motos y avanzamos a pié por un sendero señalizado.




Siguiendo dirección oeste empezamos a oler un hedor insoportable a azufre y nos encontramos en medio de unas pozas de barro hirviendo, de 80º a 100º centígrados, ouch!, y unos geísers que como olla a express expulsan vapor de agua a altas temperaturas. Otra maravilla y ya van tres en una mañana.





Seguimos ruta, embobados con el paisaje de soledad, musgo y volcanes. A lado y lado de la carretera decenas de carneros en libertad decidiendo si cruzan en el preciso momento en que tu pasas o no. 


En esto llegamos a la bella Akureyri. Buscamos dónde descansar pero todo parece lleno. Empiezan con esto del turismo y están desbordados en verano.



Por gran suerte nuestra, otro pequeño milagrito, llegamos al Akureyri Backpackers Hostel, os lo recomiendo al 100%, un local de primera con un ambiente inmejorable. La chica de recepción nos pareció un ángel al dejarnos guardar las motos en el callejón trasero. Ofrecen mil y una actividades a los que se queden varios días, desde rafting por los ríos salvajes de Islandia a excursiones en barca para avistar ballenas o para cruzar el círculo polar ártico. Tras una buena ducha bajamos a comer algo y a regalarnos con dos trillones de litros de cerveza. La sorpresa fue el grupo de música local, los Roulette, una banda 100% rock que puso el local patas arriba. Yeah-yeah-yeah.






Había sido un día duro de conducción y la cama llamaba. Mañana había que continuar.

Viernes 15 de agosto
Del dia anterior no se podía pedir más, a cada kilómetro encontrábamos una excitante novedad y el listón quedó muy alto.

Así que de buena mañana pero con tranquilidad decidimos proseguir ruta hacia el oeste por la carretera de circunvalación de Islandia, hacia Siglufjördur siguiendo el sinuoso recorrido de los fiordos en una mañana fresca y con llovizna tenue hasta Olasfsvik, donde paramos a pasar la noche.

De vez en cuando, entre fiordo y fiordo había que cruzar por oscuros túneles que eran siempre bienvenidos pues resguardaban del frío exterior y cuál fue el asombro al ver que algunos, kilométricos todos, eran de un solo carril. Que hacer cuando estás dentro de una montaña, por un estrecho y angosto túnel y te viene un 4x4 de frente a toda velocidad y sin posibilidad de escape? Vimos que en el techo se sucedían lámparas amarillas cada x metros, y de cada 25 amarillas había una blanca. Ahí el paso se ensanchaba lo justo para dejar pasar el vehículo que venía de frente. Con todos los sentidos a 100, no dejaba de sorprender y el ir contando bombillas amarillas y blancas fue una constante hasta ver la luz al final del túnel. Si acababas de dejar tu espacio de seguridad y al poco veías unos faros de frente hacia ti, gas a fondo hasta la siguiente luz blanca en plan suicida; camina hacia la luz!











Continuará...

jueves, 30 de julio de 2015

miércoles, 22 de julio de 2015

ABEL BROWN

Por desgracia no podré tener una tienda de campaña de Abel Brown, pero cómo molan!