viernes, 30 de marzo de 2007

ASSILAH - EL JADIDA, 396 km



Barriga llena, corazón contento. LLevamos un retraso considerable y a pesar de eso arrancamos hacia Essaouira. Rápidamente nos metemos de nuevo en la autopista direccion Rabat, el paisaje se torna quizás un poco más seco pero sigue manteniendo la agricultura y los rebaños de ovejas y vacas. Peligro. Una de ellas estaba en la arcén con el consiguiente peligro si decidia comer los pastos del otro margen. También hay personas que cruzan a pie de un lado al otro y sobre todo en la mediana donde cultivan nosequé. Otra de las similitudes entre marroquies y cubanos es la capacidad para "inventar". Camiones que doblan su propia altura ya sea cargados con heno, troncos o cajas plásticas de fruta y verduras. Ponerse detrás de esos camiones con una motocicleta debería considerarse deporte de riesgo. Repostamos en Rabat y el sol empieza a ponerse. Un clásico es el morito de turno que intenta colarse en la gasolinera vociferando y gesticulando. Con un "tu no te cuelas ni pinga" todo vuelve al orden normal. El tráfico ha aumentado mucho y ya cae el sol cuando llegamos a Casablanca. Me siento a gusto, con ganas y animado y le propongo a Figui seguir un poco más, y el ritmo de marcha, a pesar de la oscuridad, no baja de una velocidad constante de 120 km/h. Llegamos a El Jadida con la noche bien cerrada. Hay tremenda actividad. Un mercado callejero que quien sabe los siglos que se vendrá haciendo. Ciudad portuaria, de cara al Atlántico, con su recinto amurallado de la época portuguesa entiendo que del siglo XVI-XVII. Nos hospedamos en el hotel Ibis, duchazo tremendo y a la calle a mezclarnos con las gentes. Sopla un fuerte viento del océano, frío y húmedo, nos mezclamos en el mercado y compramos unos deliciosisimos panes rellenos de carne ahumada con especias al clásico (pero este de verdad) arabe con chilaba y barbita, vaya, hoy en dia cualquier yanki lo llamaria islamista radical, pero nada mas lejos; honrado y trabajador. Dos panes, diez dirhams (un euro) y mas adelante por el mismo precio compramos dos latas de coca-cola. El mercado bulle de gente aunque muchos puestos ofertan los mismos productos: chancletas, zapatillas de goma y ropa de verano, chilabas y batongas de señora. Dentro del recinto amurallado hay una celebracion folclórica y todo en esta ciudad me parece muy auténtico pues no hay turistas.
Ya con la luz del dia visitamos la medina. Antigua fortaleza de Portugal, quedan en pie fuertes murallas y vetustos cañones en estado ruinoso. Un colegio de religiosas españolas abandonado y el gran tesoro de esta poblacion: "la cisterna portuguesa". Un gran deposito de agua, subterraneo, con una linterna en el techo por donde llenarian la enorme estancia con agua potable para abastecer la población intramuros en caso de asedio durante muchísimo tiempo. ¡Espectacular!. Como siempre despierto del sueño al ver a los japonesitos de turno parece que rodando un documental para la television nipona. Son odiosos.

1 comentario:

Mitjalluna dijo...

Increible lugar e increible historia ;)

saludos!!!