martes, 9 de septiembre de 2008

DECIMONOVENA ETAPA: SERBIA-ITALIA (1.034 KMS)


13 de agosto de 2.008

Nos levantamos antes de despuntar el alba y soltamos lastre dejando atrás las ruedas de recambio que ya no creíamos que íbamos a necesitar, el bidón de gasolina extra y algún que otro tareco innecesario. Salimos a todo gas dejando Belgrado a nuestra derecha y a buen ritmo aunque siempre pendientes del asfalto llegamos a la frontera con Croacia. Una vez más los serios aduaneros serbios nos despiden a gritos para reencontrarnos con la alegría y el buen humor de los croatas. Las abejas omnipresentes como si nos siguieran allá donde vamos. Se nota que es otro país. Carretera en perfecto estado. Asfalto excelente, nuevo, nuevecito, recién estrenado, cero baches y cero socavones y laaaaaargas rectas rodeadas de frondosos bosques verdes, saltos de agua por aquí y azules lagos por allá. Límite legal 130 kms/h. Lo sobrepasamos un poquito, hasta que las maletonas empiezan a "mariposear" de un lado a otro. La verdad es que el comportamiento de nuestras bellas Triumph Scrambler ha sido sensacional. ¿Quién puede pedir más?

Sin querer llegamos a Zagreb y seguimos rumbo norte. Slovenia, más de lo mismo, buenas vibraciones. Adiós Ljubliana. Volamos hacia la frontera y enciendo mi Tom Tom Rider pero no tengo el mapa de Europa Oriental así que de momenta somos un punto en un fondo blanco. Pagamos los últimos visados y peajes y cuando tengo la frontera italiana delante de mí oigo una sirena detrás. ¿Exceso de velocidad a estas alturas? "Ah no, ahora no me para nadie". De un salto planto la Scrambler en la autostrada y doy un suspiro por sentirme de nuevo en casa. Italia es un país que siempre me ha gustado y en Milán nos espera una suculenta cena en el Ottimofiore, probablemente el mejor restaurante siciliano del mundo.

Automáticamente aparece en la pantalla del Tom Tom todo el sistema de carreteras y la navegación ahora será mucho más sencilla. La entrada es espectacular: pasamos por entre hermosas montañas destino Trieste y de allí a Venecia, Verona y Milano. La autostrada es sensacional. Rectas infinitas y todo el mundo corriendo que da gusto. Los descapotables de miedo: ya empieza el swing. El clima genial. La brisa pasa por entre el perforado de la chaqueta Dainese que tan buen resultado nos ha dado, que en estos momentos está llena de insectos aplastados pero todavía digna. Un cepillado y lista.

LLegamos de tarde-noche a Milán con el culo cuadrado y encontramos un hotel bien cerquita de la via Buenos Aires. Las calles están completamente vacías y me extraña cantidad. Todo tiene un cierto aire de irrealidad. No la recordaba tan vacía. ¿Será que todos se han ido de vacaciones? Nos registramos, subimos maletas, ducha ¡y a cenar!

Dejamos las motos en el parking para darnos ambos un pequeño descanso, nosotros a ellas y ellas a nosotros. El taxi que nos lleva al Ottimofiore es un Toyota Prius Híbrido. Es el primero al que me subo y el coche empieza a rodar calle abajo sin ruido alguno. Cuando empiezo a preguntarme porqué el tipo va bajando en punto muerto Figui me hace notar que el coche es eléctrico. ¡Osti tú! ¡Que burro soy! ¡Va de coña! Hasta los 60 o 70 kms/h va con el motor eléctrico y a mayor velocidad pasa a motor de gasolina normal. Flipante. LLegamos al restaurante y estaba cerrado. "Me cagüen ..." Tantos kilómetros salivando como un alien pensando en los pappardelle a l'arrabiata para este desengaño.

Venía comentando con el taxista, que es del Inter de Milán, que este año iban a ganar el scudetto puesto que como el Milan ha fichado a Ronaldinho y como que está gordo como una vaca no iban a rascar ni una. El tipo me decía que ojalá tenga razón. Parece que aún así como está le temen bastante. Nos lleva a un restaurante propiedad de Gatusso, el milanista y temperamental jugador de la esquadra azzurra, que resulta que es amigo suyo. Llama por teléfono desde el taxi y nos hace la reserva. Todo muy chic y con una carta buenísima. Cualquier plato apetece y me tiro de cabeza a una ensalada de quesos y unos posillipo con salsa que están para chuparse los dedos. Cubata de rigor. Por supuesto. Cena de fin de fiesta. Detalle: mira si son pijos estos italianos que en la mesa de al lado fumaban puros sin quitarles la vitola y al salir, también esperaban un taxi de regreso igual que nosotros y lo que vino fue una Renault Express que rechazaron "amablemente" en deferencia hacia nosotros mientras se quedaban esperando como mínimo un Mercedes, ja, ja, ja. Me reí cantidad con el "detalle".

No hay comentarios: