martes, 3 de abril de 2007

EL AAIUN - TIZNIT, 600 km



Despertamos y desayunamos para reemprender el camino a casa, lentamente, sin prisas. Damos una vuelta por El Aaiún, ciudad bien bonita, que vive a costa de los 150.000 militares allí destinados y de los diferentes funcionarios de la ONU, ACNUR y cuantas siglas se quiera, que no hacen más que pasearse jeep arriba. jeep abajo (último modelo, claro). Encontramos una iglesia católica y Figui entrega el cargamento de medicinas que llevaba puesto que las fronteras con Argelia están cerradas para ir a entregarlas personalmente. Aparecen dos curas de la época de Franco, de los que dan la mano como si fuera un moco, de 70 y 90 años de edad y ambos parecían sinó abatidos, si resignados, vencidos. Nos pusieron al tanto de la situación del Sahara con información de primera mano y ven con ojos cansados la imposibilidad de entendimiento entre saharauis y marroquíes.
Parada en Tan Tan y nos colamos hasta Tiznit. Los paisajes son demoledores, como si estuviéramos en Marte. Grandes explanadas, llanuras, estepas acompañadas de suaves colinas como de terciopelo o grandes dunas que avanzan milímetro a milímetro. Vas enlazando una tras otra por rectas kilométricas y para pesar nuestro tenemos un fortísimo viento de cara que nos impide superar los 100 km/h. Las golondrinas juegan con las ráfagas y sin querer mato a dos que se estrellan contra mi bota izquierda. La primera impacta lo suficiente como para quedar tirada en el camino con un ala rota, la segunda se estrella de lleno y tengo que limpiar sus restos en la primera parada que hago. El impacto ha sido considerable. Paramos en unas dunas a sacar unas fotografías y Figui se hunde en la arena. Con ingenio y trabajo conseguimos sacarla de la trampa mortal. Más tarde, en un stop para hacer aguas menores, el caballete no le queda bien puesto o se hunde en el piso y cae su motocicleta partiendo de cuajo la estribera posterior izquierda. A parte de esto, nada más. Después de comer durante de bastantes dias de los frutos del mar de todas las maneras posibles nos apetece comer cordero y en eso estamos al zamparnos unos cus-cus y tajine de moutón. Deliciosos. Cae el sol cuando llegamos a Guelmim y en lugar de virar a la izquierda para acampar en Sidi-Ifni nos trepamos el Anti-Atlas de noche con bastante frío tras una guagua que iba como alma que lleva el diablo. La perdemos entre las curvas y tenemos que pegarnos a otra para ir haciendo que nos abra camino. En un nuevo control un simpatíco policía nos advierte del peligro de subir el Anti Atlas de noche y se nos revela como motorista aficionado y nos recomienda poner una pequeña visera para parar el viento. Nos despide con una enorme sonrisa de buenagente y dos palmadas en el pecho para calentarnos, pues el frío que hace es de pinga para lo poco abrigados que vamos. LLegamos a Tiznit y paramos en el Hotel de París a cenar caliente una buen plato de sopa y un tajine de cabra. Delicious!

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