martes, 21 de julio de 2009

Martes 21 de julio de 2009



Dia corto pero intenso, como un café espresso. Esperamos con desesperación a que el courrier de DHL llegara con los papeles originales de la moto de Figui y llega justo a las 24 horas de contratar el servicio. Salimos disparados hacia la aduana y no sin ciertos remilgos conseguimos pasar (no entendían que ayer estuviéramos ahí y hoy otra vez). Ya dentro de Ukrania todo cambia. Aquí empieza la aventura de verdad. Lo primero que todas las señales están en cirílico y cuesta adaptarse. Lo segundo que todas las carreteras son secundarias, se acabaron las autopistas. Naturaleza salvaje en esta parte: grandes montañas repletas de frondosos abetos y ríos de gélidas aguas que sirvenn de despensa a los pescadores que en ellas echan las cañas. Vendedores de pieles y otros souvenirs. Al este, siempre al este.
Desde la propia aduana nos advierten de la corrupción de la policía ukraniana, y efectivamente, a los pocos kilómetros nos para una patrulla que va a la caza y captura del extranjero. Nos piden todos los papeles habidos y por haber, nos revian las maletas a ver con qué pueden quedarse. Un policía que se veía novato me pide que le regale la bombilla de faro que llevaba de repuesto. Evidentemente le digo que no. Después nos piden dinero pero nananina, que no que no. Finalmente, como que llevamos todo en orden se inventan que no llevamos la E de España en las maletas y que por eso nos van a multar. Ya cabreado por el tiempo que nos está haciendo perder saco la cinta aislante y le planto dos E del tamaño de un plato en cada maleta. Como que ya no tiene más excusas llega un superior suyo y nos deja marchar. Habrá que ir con cuidado con esta gente.

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