sábado, 8 de agosto de 2009

Jueves, 30 de julio de 2.009




La temperatura exterior al levantarnos es de 4º C. Por la noche oímos unos disparos pero no hicimos caso. No sabemos que estarían cazando a aquellas horas de la noche aunque ahora que lo pienso probablemente fuera para ahuyentar a los lobos. Dicen que hay bastantes por aquí.
Hay una niebla alta pero no nos molesta. Todos los picos están nevados así que nosotros con el uniforme de verano como que no vamos muy sobrados.
El paisaje sigue siendo espectacular. Ríos con mucha fuerza, valles inmensos, picos nevados, y empezamos a ver los primeros rasgos orientales en la gente además de camellos bactrianos, yaks y grupos de caballos sueltos por todas partes. Es maravilloso.
estas montañas parecen no tener fin. Una y otra y otra y otra, el camino va zigzageando entre ellas siguiendo el curso del río. Son de largo mucho más espectaculares que los Urales. Esto es 100% naturaleza virgen.
Paramos en un poblado de cuatro casitas de madera y nos preparan un desayuno buenísimo con el que recuperamos fuerzas. Una sopa de remolacha, nabos y yoghourt que bien calentita está buenísima, y para acompañar pan chino relleno de carne de ternera. Como que las vacas sólo comen hierba de las montañas del Altay el sabor es incomparable. Una delicia.
Bastantes kilómetros después llegamos a la aduana rusa, y después de mil trámites y sacarnos hasta la última moneda entramos en tierras mongolas. Para empezar acaba el asfalto y el camino que nos encontramos es de tierra. ¡No hay carreteras! Una marmota yace panza arriba mietras tres ágilas se la están comiendo. Montañas de terciopelo verde, lagos de mercurio, caballos a su aire, yaks... ¡Qué maravilla! ¿Así es como se creo el mundo? Todo es totalmente virgen. El camino puedes hacerlo por donde quieras pero nuestras motos no están suficientemente preparadas y sufren bastante. Para empezar tenemos que subir una ladera bastante larga y pronunciada y da miedo mirar atrás. Gas a fondo y arriba, arriba, arriba.

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