sábado, 16 de agosto de 2008

CUARTA ETAPA: LIBIA-LIBIA (900 KMS)



26 de julio de 2.008

Hoy hemos empezado el día bien temprano y salimos de Trípoli con demasiadas prisas, 135 km/h por las calles de la capital, y es que en Libia parece no haber límite de velocidad. Todo el mundo aprieta el pedal del coche a todo lo que da, y curiosamente, a pesar de ello, conducen bastante bien, se les ve muy experimentados y van de un carril a otro sin chocar. Para que os hagais una idea la gasolina es más barata que el agua y el litro de 98 octanos está a 0,0768 euros. Es decir que con un euro llenábamos el tanque. ¿Que os parece?, ja, ja, ja. Por eso todo el mundo va como va, quemando gasolina que da gusto. Parece que acaban de encontrar nuevos pozos y esa puede ser una de las razones por las cuales todo está patas arriba. Están haciendo todas las obras a la vez sin acabar de terminar ninguna (de momento). ¡Son la hostia!. El paraíso para cualquier contratista: hace falta de todo y hay dinero estatal a raudales. En el hotel donde nos alojamos había dos hombres de negocios chinos y ya se sabe que son como las ratas, donde hay comida...

Hemos visitado Leptis Magna, la antigua ciudad fundada por los fenicios hace 3.000 años y de la cual queda en muy buen estado la antigua urbe y el circo romano que está escondido un poco más allá. Todo es espectacular. Dicen que en su momento era más grande que la propia Roma y a pesar del expolio sufrido (aún quedan las vias de las vagonetas de cuando robaban todo lo que quedó), fácilmente te puedes hacer una idea de sus verdaderas dimensiones y del lujo de sus instalaciones: baños públicos, piscinas, casas con paredes de mármol, mercados de carne y de pesacado, teatro, circo, calles perfectamente pavimentadas... Para los que llevamos más de 10 años jugando a Tomb Raider podía oír la famosa musiquita al pasear entre las vastas ruinas de esta gran ciudad. Cada esquina cada rincón de la ciudad es una muy grata sorpresa. Miles y miles de detalles esculpidos en piedra para la eternidad.
Su inmejorable emplazamiento al lado del mar, Mediterráneo virgen de azules imposibles, te pone la piel de gallina y solo con cerrar los ojos te transportas a aquella época. El hecho de que estén en este país tan poco explotado turísticamente ha hecho de que se conserven muy muy bien.

Hacía mucho calor, sobre los 40 o 42º C, y así hemos salido a hacer carretera. De tanto en tanto paraba a refrescarme la cabeza pero el agua se evaporaba enseguida. Tenía que ir con la visera del integral bajada puesto que el aire que entraba era más caliente que el que respiraba dentro del casco pero Alá es grande: cuando peor lo estaba pasando una nube ha tapado el sol y de repente nos encontramos de frente con mi amado mediterráneo. Ya la brisa del mar ha hecho caer la temperatura 8º C.

Por lo que se refiere al país, nos encontramos en un estado hipodesarrollado y en el que aunque se ven excavadoras por todas partes es poco el trabajo que realizan. No hay nada de nada. PERO NADA DE NADA, ¡LITERALMENTE!. Las casas son muy pobres y nada guarnecidas, hechas con bloques de fibrocmento. No hay hoteles, no hay servicios y Trípoli, que como capital de una nación se le supone algo especial, se trata de cuatro edificios altos mal contados y deja mucho que desear.

Capítulo a parte es el machismo extremo de los libios. No se ven mujeres por las calles. Todas en sus casas "con la pata rota", y al atardecer, a la hora del paseo cuando refresca son los hombres los que salen a charlar, a sentarse en la hierba de los parques o a tomar un Nescafé (sí, son fans del Nescafé).

De vez en cuando nos cruzamos con viejas furgonetas que doblan su altura cargadas de cachivaches que van hacia Egipto.
En las afueras ya hemos visto manadas de camellos y hasta un furgón abierto llevando hasta media docena bien sentados (muy cómico).

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