sábado, 16 de agosto de 2008

QUINTA ETAPA: LIBIA- EGIPTO (983 kms)



27 de julio de 2.008

Ayer fue un día muy duro pues hicimos muchos kilómetros y ya no sabía ni como sentarme sobre la moto. Por suerte de noche ya no hacía calor y fuimos tirando y tirando. El objetivo era llegar hasta Ajdabiya, el pueblo antes de enfrentar "La Gran Recta" con el fin de poder encarrilarla bien frescos y llegar así rápidamente a Egipto. Antes de llegar a este pueblo sobrepasamos ya d e noche cerrada lo que parecía una macro refinería de petróleo que en sí ya era toda una ciudad, toda iluminada como si de un faro se tratara y que no paraba hasta la mañana siguiente en que otro turno seguiría con la producción. Más adelante nos encontramos con un tramo en obras (lo que faltaba) pero como que fue bien divertido me despejó de la modorra que me estaba cogiendo. Llegamos al pueblo y de cabeza al hotel. Jóse directamente a la cama, yo una buena ducha, la necesitaba. A la mañana siguiente nos tenemos que levantar bien temprano. ¡Las prisas! ¡Las malditas prisas!.

Tras el último control de policía empieza la nada. Una recta kilométrica en la que no hay límite de velocidad. La gasolina es baratísima, mucho más que el agua, y con estas todo el mundo a correr. Todo es recto, excepto en el kilómetro 66 que hay el impacto de un meteorito que ha dejado un cráter del tamaño de 6 campos de futbol y tenemos que hacer una "S" para sortearlo. Después más y más recta.

Nos cascamos 200 kilómetros de la recta interminable y justo en esta distancia está la única gasolinera de la zona. Jóse se da cuenta de que se nos han quedado los pasaportes en la recepción del hotel. Nosotros por las prisas y el despiste y los del hotel por la manía de retenerlos. Ahora Figui y el guía que nos acompaña tienen que volver atrás 200 kilómetros y 200 de vuelta para recuperarlos. Yo me quedo en medio de la nada guardando las motos y poniendo al día este diario y aguantando el sol inclemente del desierto como puedo, para colmo llevo una camiseta sin mangas que me deja los hombros más coloraos que un camarón. Esta vez aparece una ranchera con una familia de camellos arriba (papá, mamá e hijito). Esto es el paraíso de los pick-ups, los hay a montones y como se puede apreciar sirven para todo.

Bien, ya seguimos por este camino interminable y campos de minas aparte debidamente señalizados con señales con calaveras y tras varias zonas de arenas movedizas a nuestra derecha llegamos a la frontera. Todo el mundo en Libia ha sido muy amable con nosotros y enseguida se ve que tienen ganas de conocer y preguntan y sonríen mucho. Veo que con una sonrisa y un "Salaam aleicum" consigues muchas cosas. La despedida de la policia Libia ha sido un cachondeo, risas, Barça-Madrid, fotos junto un retrato de Gadaffi. En fin, muy buena gente.

Entramos en la aduana de Egipto y enseguida apreciamos un cambio significativo: Todo está mucho más sucio. Ratones y cucarachas a sus anchas. Mierda y más mierda por todas partes. Pasamos un control, dos, el tercero ya nos pide un papelito que no llevamos pero que resolvemos fácilmente allí cerca, el cuarto una visa que también va rápida y el quinto nos da la mala notícia: se trata de un papelucho que llos llaman TRIPTIC que sirve para poder pasar las motos. Sin este papel no nos las dejan pasar y nos piden 5.000 dólares americanos o euros (les da igual) a modo de depósito además de otra cantidad para un seguro que parece ser que la que llevamos no sirve para Egipto.

¡Estamos varados!

1 comentario:

j.a. paredes dijo...

Los que no hemos podido salir de vacaciones este año estamos ansiosos por seguir leeyendo vuestras aventuras con la moto de mis sueños alrededor de nuestro mar. Vamos! continua.