sábado, 23 de agosto de 2008

NOVENA ETAPA: EGIPTO - EGIPTO (429 kms)


3 de agosto de 2.008

Salimos después de desayunar y de haber reposado bien hacia el Sinaí. El primer objetivo será conseguir salir de El Cairo sin perdernos y Jóse lo tiene muy claro y salimos sin problemas de cabeza al Canal de Suez.
La salida es larga y antes no llegamos al túnel que lo cruza por debajo atravesamos un mini-desierto totalmente militarizado. Hangares por aquí, baterías de cañones antiaéreos por allá, tanques, carros de combate, misiles... Parece la película Ironman y el paisaje es de Stark International total. Lo disfruto muchísimo. En cualquier momento cae el increíble Hulk por aquí y todo el mundo empieza a disparar.
La carretera es buena y convoys de transporte militar y camiones de gran tonelaje circulan arriba y abajo. ¡Imponentes! y nosotros a su lado con nuestras Scramblers parecemos mosquitos. Se deben preguntar ¿qué hacen por aquí estos dos locos?, ¡seguro!

Llegamos al túnel previo el control de pasaportes de rigor. Hay muchísimos por todo Egipto y cada dos por tres es el mismo rollo. El túnel da pena y miedo: oscuro y sin ventilación de ningún tipo está lleno del humo de los camiones que pasan y casi no se puede ni respirar.
Salimos y vamos avanzando por esta zona desértica. Al poco vemos un accidente en el cual hay un carro, probablemente un Hyundai rojo, perfectamente seccionado como a bisturí justo por la mitad. La otra mitad del coche aparece al otro lado de la calzada. Ya estaban allá los servicios de emergencia pero el carro, literalmente, se ha partido en dos. Al principio pienso mirar en el sitio del conductor a ver lo que ha quedado pero en el último segundo desvío la vista, da mucha impresión y juro no comprarme jamás un coche coreano. Quizás a los otros les pueda pasar lo mismo pero del único que tengo una evidencia es de este.

Continuamos la marcha hacia Sta. Caterina, un monasterio bastión de la cristiandad justo en el centro del Sinaí . Mientras subimos los paisajes son rotundos y apabullantes. La naturaleza ha tallado estas montañas se podría decir que con "Gracia Divina" y somos muy conscientes de que nos hallamos en un lugar bien especial. Entre los cañones que cruzamos se cuelan fuertes rachas de viento que de repente desaparecen y de nuevo vuelven a empujar unos recodos más allá. De vez en cuando una fotogénica acacia nos recuerda que estamos en África. La carretera aparece y desaparece ante nuestros ojos entre montaña y montaña haciendo un curiosísimo juego tridimensional que me admira muy especialmente. Por ejemplo: tengo delante una buena recta, perfectamente asfaltada, de unos buenos centenares de metros y que va a morir a la pared de una montaña. No se ve salida, y a medida que te acercas, de repente, sale una curva a la derecha que te hace pasar por un estrecho cañón entre dos montañas que estaban pegadas y tú, en la distancia, no las veías. ¡Espectacular!

Es muy bello, de momento lo más bonito del viaje. El Sinaí. Sí señor.

Si fuese un gato me quedarían 6 vidas. De repente, de una curva aparece de la nada un coche a todo gas conducido por un árabe que va por mi mismo carril y en dirección contraria. Sólo recuerdo su cara en el primer milisegundo y sus ojos en el segundo. Ni se inmutó. y pensé en ese mismo momento que había llegado mi hora. Por instinto puesto que no soy consciente de ello me aparté hacia mi derecha lo justo y pasé rozando el coche por fuera de la línea blanca . Sin palabras...

Subiendo y subiendo llegamos al que llaman St. Katherine's protectorate. Una especie de "mini-estado" entre las montañas, de gente en su mayoría cristiana-ortodoxa. Tras varios controles llegamos al templo-convento-fortaleza, donde todo el personal lleva una extraña y pequeña cruz tatuada o bien en la mano o bien en el brazo y que los marca como guardianes del castillo. Nos hospedan con mucha amabilidad y nos dan una habitación sencilla pero confortable.

Antes de ir a dormir damos una vuelta por los alrededores de la fortaleza sacando fotos a destajo. Es también muy impresionante como pudieron construir todo ese tinglado allá arriba. Vamos a cenar al comedor que tienen habilitado para las visitas y entra una peregrina de entre unos 60 o 70 años con una energía que nos deja boquiabiertos. Lleva los hábitos negros bien llenos de polvo y comentamos que seguramente esta mujer hace días que camina entre las montañas. ¡Impresionante!. Llegó como un vendaval, se sentó a la mesa, dió las gracias por los alimentos que iba a recibir y comió masticando mucho cada bocado antes de tragárselo y sin beber un sólo vaso de agua hasta que hubo terminado. ¡De pinga!

Dormimos previo exterminio de mosquitos (hay muchos) y los guardianes de la fortaleza dan vueltas toda la noche para guardar el sitio, con walkie-talkies incluidos, como si esperasen la invasión de no se quién. ¡Qué paranoia! Alguna reliquia importante deben tener dentro de la iglesia, no sé, la Sábana Santa, las tablas de Moisés o algo por el estilo.

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